Hubo un asaltante de caminos en tiempos del Profeta Muhammad (sws) que esperaba en los caminos después de la medianoche y robaba. Nadie pudo capturarlo en vida. Era una persona tan conocida por sus fechorías que el Mensajero de Allah, que la paz y las bendiciones de Dios sean sobre él, lo maldijo diciendo que no asistiría a su funeral debido a los males que este ladrón realizaba a los demás.
Cuando finalmente esta persona murió, y sabiéndose el rechazo que el Mensajero (sws) mostró hacia él en vida, su cuerpo fue llevado por las calles con la intención de lanzarlo en algún paraje en lugar de en un cementerio.
Antes de que esto ocurriera, el ángel Gabriel (sws) se acercó al Santo Profeta (sws) y le dijo: “Allah ordena que esa persona sea recogida y enterrada en el cementerio y que hagas la oración fúnebre por él. Allah me manda a decirte que esa persona es uno de sus siervos amados”. Intrigado en gran medida el Mensajero (sws) se dirigió con Abu Bakr As-Siddiq al lugar donde se encontraba el cuerpo. Abu Bakr observó un comportamiento diferente en el caminar del Profeta (sws) y éste le dijo que era debido a la gran cantidad de ángeles que había acudido al lugar, para no pisarlos…
El entierro se realizó y al retirarse, el Mensajero de Allah (que la paz y las bendiciones de Dios sean sobre él) esperó alguna aclaración sobre lo sucedido de parte del ángel Gabriel (sws). Este entonces se presentó y le dijo: “Oh, Mensajero de Dios, no me preguntes pues estoy aún más sorprendido que tú. Allah dice sin embargo que le consultes a la hija del asaltante qué hacía su padre en vida”.
Así se hizo y la hija le relató al Santo Profeta (sws): “Oh, Mensajero. Mi padre cometió muchas maldades mientras vivió y me avergüenzo por eso. Pero hubo algo que supo hacer durante los últimos años únicamente desde que llegaba el mes de Rajab y hasta que finalizaba. Resulta ser que en cierta ocasión mi padre asaltó a un hombre anciano y, al despojarle de sus pertenencias, encontró un papel que tenía escrita una súplica. Y a mi padre le agradó esa súplica. Como escuchó que tú dijiste que Rajab era el mes de Allah, al llegar ese mes decía: ´debo detenerme ahora, ha llegado el mes de Allah´ y se encerraba sin salir y recitaba la súplica, llorando. Aunque su fuerza solo llegaba a eso… Terminado el mes de Rajab volvía a hacer lo que es conocido, hasta el Rajab siguiente”. Y cuando la mujer le mostró el papel con la súplica escrita el Mensajero (sws) besó el papel.
Rajab es el mes de Allah y que la misericordia enviada por Él durante este mes solo Dios la conoce, exaltado sea.
Nuestro maestro Sheij Nazim recomienda a todos los musulmanes que reciten la súplica del Santo de Rajab en este bendito mes.